Sé que hay mujeres a
las que les da asco saber que un hombre yació con una prostituta por dinero,
pero no a todas les da asco por la misma razón, unas imaginan que la prostituta
es un tipo de retrete público, donde muchos hombres ponen sus penes, y se descargan,
y saben que ese contacto no puede ser limpio del todo, hay otras tantas, que se
asquean al pensar que la mujer se vuelve un sujeto de transacción, un objeto, y
que por esos minutos u horas, la mujer se desvanece de sí misma para ser
cuerpos usados por otros, esos otros, vistos como violadores, que usurpan la
carne para satisfacer sus deseos.
No negaré, he sido hombre
proclive a la prostitución, no en una ocasión, ni en diez, sino en cientos, y comencé
a acudir a ellas, primero por desesperación, y luego por evitar el compromiso,
cuando era joven, creí que mis hormonas eran totalmente indomables, y que mi
deseo sexual era demasiado potente para ser controlado, no quería que
pasara nada desafortunado, pues historias abundan de hombres que han
obligado a mujeres a tener sexo, y que las han violentado con tal fuerza, que
algo irreparable se rompe dentro de ellas. así que no lo niego, acudí a ellas.
Las primeras fueron bataclanas
mal pagas de lugares sombríos, de camas usadas y hombres turbios y vulgares,
estas me llevaron a sentir desprecio por mí, no podían soportar estar conmigo,
cortaban los minutos, y en ultimas, solo esperaban que eyaculara para completar
su labor, nunca me pude "venir" con ellas, el sentimiento de soledad
y desasosiego no me abandonaba, pero por lo menos había calmado al monstruo que
habitaba en mí, aun cuando no llegara al clímax.
Después de un tiempo no las necesité, había alcanzado mis primeras intimidades, y había logrado conexiones emocionales, o eso creo, en muchas ocasiones, pensaba que la gente no se entregaba porque si, pensaba que existía algo de amor en el sexo, y me equivoqué muchas veces, el sexo despersonalizado también llega sin pagar, esta vez no era el desprecio lo que me hacía sentir vil, era mi papel, el de un rostro pasajero el que me hacía sentir desdichado, hasta que conocí a alguien que se quedó conmigo, lo suficiente para hacerme creer que valía la pena.
No pasó mucho tiempo, cuando terminó la dicha, y luego tuve un par de amoríos que pudieron haber terminado
con mi muerte, pero con menos pobreza en los bolsillos, emprendí mi ruta en búsqueda
de prostitutas más costosas, estas me hacían sentir bien, se esforzaban por
hacerme sentir deseado, y de satisfacer en lo posible mis deseos, las
conversaciones en la cama eran largas, y las risas fingidas y la palabra
"amor" más devaluada que ningún billete del tercer mundo, aunque no
lo niego, eran mujeres de extraordinaria sensualidad, de un gran empuje sexual,
y una severa voluntad para amasar dinero en corto tiempo.
Lo cierto, es que ya muy lejos
de ser creyente, me di cuenta de que me acostaba con ellas por huir de mí, del
compromiso, de no encontrarme con nada que me recordara mis conceptos de amor,
los conceptos de mierda que sembraron mis padres, y que reforcé con tantas
relaciones que se fueron al carajo.
Hoy tengo tan poco deseo
sexual, que suelo pensar en el hecho una o dos veces al día, sé que estoy
enfermo de depresión, y me desmiente el mito que al tener relaciones se
transmiten las energías, todas ellas, mujeres bellas y joviales, viven ahora
vidas plenas, y no logré contagiar a ninguna de ellas con la oscuridad que me
contamina...
No temo decir que frecuenté prostitutas, tengo miedo al amor, el ultimo casi me mata de tristeza, y los que
siguieron fueron deshonestos y brutales...